CONFÍA EN TU RENACER

Es difícil sentirse con confianza en un momento crítico de tu vida. Pero lo que para mí es muy interesante, es que a veces, lo que parece que está saliendo mal es el inicio de algo mucho mejor.

A mis 32 años podría decir que he pasado por dos crisis importantes en mi vida. De la primera salí reforzada, cambiada, con la mente más abierta, más madura y con mayor autoconocimiento. Puede que estés pensando que todo esto paso en un período de 2-4 meses?  1 año? fue mucho más.

No sabría poner fecha al inicio y mucho menos al final. Empezaría al rededor de los 13 años… y terminar… hacia los 28? o tal vez a los 22? Me resulta imposible saber cuándo termina una crisis cuando lo que causa la crisis, el «Big Bang» sigue estando ahí.

Mis padres siguen separados, y la (bendita) artritis reumatoide sigue estando presente. Por eso entiendo que la crisis terminó cuando empecé a sentir, a confiar y a agradecer todo lo pasado. No es un único día. Es una sensación que te empieza a acompañar cada día más.

En la balanza empieza a pesar más el autoconocimiento, el aprendizaje, la valoración de las pequeñas cosas al sufrimiento familiar, a la rigidez física, a la incapacidad. Durante esos largos años hubo emociones de todo tipo. Y no sé decir cuántas veces o con qué intensidad sentía confianza en el final, en alguna mejoría, o en mí misma. Hacía cosas con el objetivo de hacer desaparecer el causante de mi sufrimiento, pero con poca confianza en que desapareciera. Al final creo que llegué a un estado de resignación, aceptación y empecé a valorar otras cosas pero sobretodo empecé a confiar en el universo.

Años después todo el camino recorrido me había llevado donde estaba, y no estaba tan mal. Había podido evolucionar de una forma que no hubiera podido sin todo ese Big Bang.

Con mucha experiencia (eso pensaba) llevando dignamente la artritis y la vida, me quedé embarazada. No recuerdo etapa más feliz en mi vida que la del primer mes de Aiala. Pero nada más pasar el primer mes apareció el Universo con sus giros inesperados. Con la misma carta que hacía 15 años, pero a lo bestia. Parece que en la anterior partida no me habían quedado las cosas claras.

Recuerdo noches gritando a la almohada sin poder moverme por el dolor. Recuerdo a Axier incorporándome 4-5 veces por noche para dar el pecho a Aiala. También gritando de dolor. De repente mi vida anterior parecía un paseo por la orilla de La Concha y el sol en la cara. Durante el primer año de vida de Aiala el dolor físico fue insufrible. La frustración, la sensación de injusticia, la desesperación peor. La mayor oscuridad que he conocido. Pero tenía a Aiala. La mayor luz que he conocido en mi vida. La mayor parte de los días los pasé en una especie de zona neutra o un «pause» emocional. Si pensaba demasiado me hundía. Me salía la mayor desesperación. Así que no pensaba. No tenía mayor alternativa que la de seguir porque Aiala me necesitaba a mí. Era mi único impulso para pasar de un día al siguiente.

En todo este tiempo y desde el minuto uno lo que nunca perdí fue la confianza. Algo aprendí de la primera crisis al fin y al cabo. Lloré, protesté, odié (al mundo?), grité, pegué (la cama), me desesperé pero siempre que alguien me decía que todo pasaría dentro de mí sentía la calma, la seguridad, la confianza de que sí. Pasaría. Pasará. Está pasando. Muy lentamente. Cada día hay más luz. Cada día menos oscuridad. Cada día más vida.

En ningún momento supe cuándo, ni cómo, ni por qué. Pero confiaba plenamente en que llegaría el momento en el que diría GRACIAS a esta crisis. Todavía siento dolor al escribir esto. Porque todavía siento que el sufrimiento ha sido demasiado grande. Pero es que la recompensa solo está empezando a dar sus frutos, el para qué solo está empezando a asomar. Todavía estoy renaciendo. Cuando sepa caminar en mi nueva vida sé que el agradecimiento al Universo será enorme.

Sólo desde la oscuridad podemos ver la luz. Nuestra luz.

Ahora que todos estamos en un momento crítico de nuestra vida, te pido que confíes. No tienes que saber cómo acabará. Ni cuando, ni porqué. Pero ten claro que saldrás renacido.

Sin comentarios

Comentar